viernes, 19 de diciembre de 2008

La equis mística - Ginés Liébana


Ginés Liébana. Foto: J. Martínez

De todas las facetas creadoras de Ginés Liébana (pintor, dramaturgo, prosista, poeta) la más conocida es la primera, iniciada en la revista Cántico junto a Pablo García Baena y los demás del grupo, pero sus escritos forman una parte esencial de su arte, la más libre sin duda. Lo viene a confirmar, a sus 84 años, con los textos de La equis mística, verdadero torrente de imaginación y creatividad verbal desatada, que ofrece a ratos sorprendentes hallazgos sensoriales y que desemboca en una afirmación vitalista de la emoción y el sentimiento: “Con mi mano en la aldaba de la puerta del centro maestro/ intercambio el animalario con las zonas dotadas del alma”.
Entre los muy variados testimonios del automatismo irracionalista que nos ofrece el autor en La equis mística brillan certeros hallazgos –“Sin agua quieta no hay narciso”– y reflexiones de insólita lucidez: “Gustar el sabor oleoso y amargo de la oliva apesadumbra por estar cercano a la corrupción”. El humor vanguardista anima el patente esfuerzo por afirmar, siempre al sesgo y por sorpresa, la alegría, el erotismo o la amistad, como en este homenaje del pintor poeta a José Hierro, poeta pintor: “Pepe, picuda raspa que llena el papel de instantes/ con simientes manchadas de brillantes / que desdibuja rostros insertos en el escafandraje/ de rayas desgarradas”.

Francisco DÍAZ DE CASTRO